Amalur, la Madre Tierra del panteón mitológico vasco, es la divinidad o entidad principal de la cosmovisión de la antigua religión pagana vasca. Los seres que habitan el mundo mágico vasco, desde los más inferiores en rango hasta la propia diosa suprema Mari, son de carácter ctónico. Todo surge en la Tierra, incluidos los númenes como Eguzki (el sol, que en euskera tiene carácter femenino) e Ilargi (la luna), que surgen de las profundidades de la Tierra para realizar su recorrido diario o nocturno por el firmamento.
?¿Sabías que…?
- Es frecuentemente confundida con Mari (o Amari), la diosa suprema de la mitología vasca. Mari es la personificación de Amalur, y hay quienes sostienen que esta dicotomía entre ambas entidades es muy similar a la que, por ejemplo, en la religión cristiana, existiría entre Dios y Jesucristo, su hijo.
- Es el receptáculo de todo lo que existe, de todos los seres vivos, y, en consecuencia, la que posibilita la existencia del propio ser humano.
- Es la creadora de Eguzki (el Sol) e Ilargi (la luna). Al amanecer, Amalur da a luz a Eguzki, que surca el firmamento durante el día para terminar volviendo al útero de Amalur al anochecer. Es entonces cuando la Madre Tierra alumbra a Ilargi, que, por su parte, recorrerá el cielo durante las horas nocturas para regresar al seno de Amalur al alba.
- Todo surge de Amalur. El sol, la luna, los vientos, las tempestades… todo emana de las profundidades de la Madre Tierra.

- Su culto es muy antiguo, al igual que en muchas religiones prehistóricas y, por tanto, muy anterior a la introducción de los dioses celestes provenientes de los pueblos indoeuropeos.
- Es la creadora de todo lo que existe, no hay nada fuera de ella.
- Como prueba de amor hacia los seres humanos, Amalur creó la Eguzkilore, una especie de flor de cardo antaño abundante en los montes vascos y que hoy se encuentra protegida. Eguzkilore significa «flor del sol» en euskera, la lengua vasca, y su forma recuerda precisamente a la del astro rey.
- Cuenta una leyenda vasca que cuando los seres humanos comenzaron a poblar el mundo no existían ni el sol ni la luna. Asustados por los terribles genios que salían de las entrañas de los montes y simas, acudieron a Amalur y le rogaron que les ayudara. Amalur creó para ellos a Ilargi (la Luna) y más tarde a Eguzki (el Sol). De este modo estarían protegidos por la noche y por el día.Pero los espíritus malignos y los genios, que no soportaban la luz del Sol, siguieron saliendo por la noche, ya que la luz de la Luna no les dañaba.
Los seres humanos volvieron a pedir a Amalur que les ayudara a combatir a los genios nocturnos. La Madre Tierra les hizo un último regalo. Creó a Eguzkilore, una flor con tal forma que al verla los seres de la noche creerían que era el Sol y se alejarían.
Desde entonces los seres humanos colocan la flor del Sol en las puertas de sus casas, para que durante la noche los genios nocturnos no les molesten.
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