Las brujas de Zugarramurdi y las brujas de Salem son tal vez los dos ejemplos más conocidos sobre los injustos procesos judiciales o religioso-judiciales contra las brujas más conocidos de la historia de la humanidad, aunque hay muchos más. Pero antes de pasar a hablar de estos casos tan célebres, es necesario que analicemos de dónde proviene este apasionante personaje que forma parte del acervo cultural de muchos pueblos y que mezcla realidad y ficción, resultando en muchas ocasiones difícil separar una faceta de la otra.
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¿Qué significa la palabra bruja?
Para saber lo que es una bruja, comencemos por ver cómo se escribe y pronuncia la palabra «bruja» en diferentes idiomas del mundo.
En latín se las llamaba Maleficae, que como bien indica su nombre, significa malignas, malvadas, lo que ya denota un significado claramente negativo desde antiguo. En inglés se las denomina Witch, que parece provenir del término celta wik. Detengámonos a analizar la palabra francesa: Sorciére, que, como se puede observar, se parece bastante a sorgina, la palabra utilizada en euskera para denominarla. Sorciére proviene del latín vulgar sortiarius (que literalmente significa « hablador/a de suertes o parlachín de suertes») y del latín clásico sors, sortis (que en primer lugar señalaba un procedimiento de clarividencia, aunque también significaba destino o suerte). A diferencia de la palabra latina, el vocablo galo atribuye una connotación más amable a las brujas, destacando sus poderes adivinatorios o mágicos.
Como ya hemos dicho, en la lengua vasca nos encontramos con la palabra sorgina. Hay discusión entre las y los expertos lingüistas en cuanto a su origen etimológico. Hay quien dice que está conformada por las palabras: sortu y egin, y haría referencia a la actividad creadora de la bruja. Otros sin embargo opinan que deriva de sorte+gin (que significaría algo así como «echadora de suertes»). Tal y como sucede en el caso francés, la palabra vasca sorgina tampoco implica un sentido negativo o peyorativo.
La palabra castellana bruja es también de etimología dudosa, aunque parte de la doctrina sostiene que posiblemente sea un vocablo de procedencia prerromana, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. Se suele considerar que la primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.
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¿Qué es una bruja?
Si nos atenemos al diccionario de la Real Academia de la Lengua, encontramos como primera definición la de persona embrujadora, que hechiza, lo cual tampoco nos aclara mucho el significado. Ya en su acepción tercera, nos ofrece una definición ciertamente más detallada: Persona a la que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo. Como vemos, el propio concepto incluye el servir o venerar al señor de las tinieblas. Solo renunciando a la fe cristiana y rindiendo culto al diablo los brujos y las brujas pueden obtener sus poderes sobrenaturales como contraprestación. La cuarta acepción de la palabra nos remite a una idea mucho más genérica, ya que la palabra bruja es utilizada en muchas otras culturas donde no existe, o no del mismo modo, el concepto judeocristiano del diablo: Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas. Resulta curioso cómo los académicos incluyen el adverbio «supuestamente» para referirse a las brujas, como si trataran dar a entender que todo se trata de una mera superstición; una valoración subjetiva que extraña sobre todo porque en la acepción judeocristiana que hemos mencionado en primer lugar no se duda de la realidad de esas facultades paranormales de las que gozan las brujas. Hay otra acepción de interés: Mujer que parece presentir lo que va a suceder, que relaciona la brujería con las dotes adivinatorias. Por último, es necesario mencionar la acepción machista y misógina de la palabra que recoge el diccionario: Mujer de aspecto repulsivo o mujer malvada, un insulto sexista que se siguen utilizando hoy en día en nuestra sociedad.
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Breve historia de las persecuciones de brujas
1. Al comienzo de la Edad Media, Clodoveo I, rey de los francos de finales del siglo V y principios del siglo VI, promulgó la llamada Lex Salica condenando a las brujas a pagar fuertes multas.
2. El estereotipo de una bruja tal y como lo concebimos hoy en día en las sociedades occidentales está presente desde los juicios contra brujas de los años 1420 a 1430, y se mantuvo durante más de dos siglos.
3. Después de haber dudado si afirmar o no la existencia de la brujería, la Iglesia Católica publicó en el siglo XV la bula apostólica Summis desiderantes affectibus y un manual demonológico, Malleus maleficarum (que en latín significa Martillo de las brujas), escrito por dos inquisidores dominicos.
4. Las persecuciones de brujas vivieron su apogeo a finales del siglo XV y principios del XVI y en la segunda mitad del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII.
5. Los últimos procesos datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
6. Los historiadores e investigadores estiman hoy día que el número de víctimas mortales se situó entre 50.000 y 100.000. Y entre estos condenados a muerte, se cree que alrededor del ochenta por ciento de las víctimas fueron mujeres y el veinte por ciento restante fueron hombres vagabundos, sin hogar, judíos y homosexuales.
7. Las Brujas de Zugarramurdi: Es el caso más célebre de la historia de la brujería vasca y posiblemente de la brujería en España. El epicentro de los casos de brujería se focalizó en la localidad del Pirineo navarro de Zugarramurdi y el proceso lo llevó el tribunal de la Inquisición española en Logroño. Los días 7 y 8 de noviembre de 1610 tuvo lugar el auto de fe correspondiente en dicha ciudad, con un resultado de dieciocho mujeres que fueron reconciliadas porque confesaron sus culpas y suplicaron la piedad del tribunal, seis mujeres fueron quemadas vivas y otras cinco ya habían muerto durante el proceso, probablemente debido a las torturas que sufrieron.
8. Las Brujas de Salem: Es quizá el caso más famoso a nivel mundial y se refiere a los procesos locales y posteriormente judiciales que tuvieron lugar en la localidad de Salem, cerca de Boston, a finales del siglo XVII y que tuvieron como resultado más de ciento cuarenta encausados de los cuales una veintena fue ejecutada y cinco murieron en prisión. La denuncia original partió de dos niñas que tras sufrir distintas convulsiones comenzaron a acusar a diversas mujeres de la localidad de brujería, lo que se tradujo en un grave episodio de histeria colectiva donde el puritanismo que regía los designios espirituales de la comunicad, así como las posibles alucinaciones por hambre o intoxicaciones, y las venganzas y rencillas familiares, acabaron con la muerte de casi cincuenta personas. Tiempo después de los juicios, el jurado que dictó la sentencia reconoció haberlo hecho por el miedo y la histeria que se desataron entre los vecinos.
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¿Quiénes fueron en realidad las brujas?
En su mayoría fueron curanderas y parteras, conocedoras de las propiedades medicinales de las plantas, de los ciclos menstruales, de las fases del embarazo e incluso de la influencia de la luna sobre las mareas y los nacimientos. En otro sentido, bajo el abanico de la palabra estaban las personas, hombres y mujeres, que seguían conservando y practicando las religiones paganas precristianas.
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Pacto con el diablo y Sabbat:
En el siglo XV, muchos europeos instruidos creían que las brujas existían de verdad y que practicaban la magia negra o el mal de ojo. La bruja era considerada como una sirviente de Satanás, con el cual hacía un pacto explícito, lo cual le permitía desarrollar diferentes artes oscuras y poderes sobrenaturales, como premio a su servidumbre diabólica.
Hay quienes afirmar que el término sabbat es una deformación de Sabasius, es decir de Bacchus. Se cree que estas fiestas se acompañaban de orgías sexuales, danzas y consumo de plantas alucinógenas, y eran organizadas en honor del dios astado de la fecundidad y de la naturaleza (encarnado por diferentes entidades en muchas culturas y religiones). En la Edad Media, la Iglesia Católica empezó a asimilar al dios astado pagano con el diablo. Otros sostienen que como reacción a la brutal represión que la Iglesia ejecutó contra esas celebraciones paganas, el sabbat pagano terminó convirtiéndose en la misa negra satánica.
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¿Volaban las brujas?
Es posible que el culto a la diosa grecorromana Diana, que se asociaba con una divinización de la luna, diese lugar al mito de que las brujas pueden volar durante las noches de luna llena. Los fieles de la diosa Diana creían que ciertas mujeres podían hacerlo en esas circunstancias, ayudadas por las drogas alucinógenas de ciertas plantas que se suministraban a través de ungüentos con los que embadurnaban sus cuerpos. Este mismo tipo de pomadas era el que, según la superstición, las brujas untaban en el palo de su escoba para restregar con ellas sus genitales y que así el efecto sicotrópico llegara antes al cerebro. Aunque es muy difícil saber si esto realmente llegó a ocurrir alguna vez, no resultaría del todo extraño que en esas celebraciones paganas de las que hablábamos antes se consumieran este tipo de drogas para alcanzar un estado alterado de conciencia.
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La sorgina: la bruja vasca
En la mitología vasca, la sorgina es un genio femenino y maligno que sirve a Akerbeltz o Aker, al que la tradición cristiana de la que probablemente se contaminó la antigua religión vasca, asimilaba con el diablo. Como ya hemos dicho, es probable que su acepción correcta fuera la del dios cornudo de la fecundidad que existe en tantas otras antiguas religiones paganas.
Hay algunos autores que afirman que sorgina tiene una acepción más antigua como asistente de la diosa principal del panteón mitológico vasco, Mari, para hacer valer la justicia y la verdad entre los seres humanos. Las brujas vascas están directamente relacionadas con Mari y con Akerbeltz, el macho cabrío, a quienes adoran y sirven en sus reuniones, los akelarres.
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